Por Elizabeth de la Paz Rubí Gómez
En la Ciudad de México, en la actualidad, existen muchos animales abandonados en las calles. En una parte del centro existe una historia muy linda de una chica y su gatito.
Tania es una chica de 17 años, cursa el último año de preparatoria. Ella vive con sus papás, pero ellos siempre trabajan así que la mayoría del tiempo ella está sola. Un día, cansada del encierro por la contingencia de salud a causa de un virus que se expandió por el mundo, decidió salir a ver qué pasaba en las calles. Había soledad, los negocios cerrados y de pronto vio a un gatito amarrado en un metal afuera de una casa que se observaba descuidada. Al parecer tenia dueño, pero el gato estaba en muy malas condiciones. Tania sin pensarlo trató de entrar sin que la vieran, pero no pudo ya que el dueño salió. Tania decidió hacer un plan para rescatarlo así que esperó al siguiente día.
Tania pidió ayuda de una amiga para salvar al gatito, se pusieron de acuerdo de cómo realizar el rescate. Tenían mucho miedo de que las descubrieran, pero si no lo intentaban el gatito podría tener un futuro y un desenlace aterrador. Llegaron al sitio donde se encontraba y ella entró rápidamente mientras su amiga vigilaba. Tania pudo cortar la cuerda con la cual el gato estaba amarrado y salieron corriendo a su casa.
El gato era gris y tenía su pelo maltratado, sus ojos eran azules muy grandes, una de sus patas estaba lastimada y tenía cicatrices en su cuerpo. Al parecer no le daban de comer ya que estaba desnutrido. Lo llevaron al veterinario donde le dijeron que necesitaba descansar y tener cuidados especiales.
Tania lo llevó a su casa y felizmente sus papás accedieron que se quedara con ella. Lo llamó Mini, lo cuidó. Pero un día se dio cuenta que la familia a la que perteneció lo estaba buscando así que Tania decidió esconderlo. Ella está feliz de tenerlo ya que es su nuevo y mejor amigo. Tania ya tiene quien la acompañe durante lo que falta de la pandemia, él será su mejor amigo de cuarentena.