Arte o locura

Santiago Eugenio Monroy García

 

Seguramente en algún momento de tu vida has pensado en “qué es lo que realmente transmite el arte”. Bueno, el arte no solo transmite, también sana, libera y mejora tanto tu forma de pensar y ver la vida como la manera en la que expresas tus ideas, sentimientos y momentos.

A partir del día 23 de marzo del año 2020 se dio inicio a un confinamiento debido a una enfermedad infecciosa catalogada como COVID-19. Mis compañeros y yo empezamos con bromas, no medíamos la gravedad del asunto. Comenzó el estado de alerta, nuestros padres y el gobierno nos prohibieron salir de casa. Somos jóvenes y queríamos salir, estar de fiesta, jugar algún deporte con nuestros valedores; algunos sí salieron, otros no, me incluyo en los últimos. Sin embargo, contaba los días para regresar a la escuela. Al no tener trabajo mis padres, nace en mí el sentimiento de querer ayudar más de lo que ya estaba haciendo, viví solo, trabajé y recogí demasiada experiencia, ganándome el pan de cada día. Por otra parte, la escuela, sí, ese lugar que sólo disfrutamos por la compañía de nuestros amigos y algunos profesores. Se convirtió en clases a distancia, perdiendo esa parte esencial de la convivencia, sin embargo, se cumplía con lo que pedían; aun así, seguía disfrutando de mi clase favorita, Pintura. Cuando comenzaba a estresarme o aburrirme de la escuela, dibujaba. Empecé con una en particular, el álbum de mi artista favorito; trazo a trazo me adentraba más en la pintura, a tal grado que cuando acabé y miré el reloj me di cuenta de que habían pasado más de cinco horas mientras que solo sentí dos.

Estando un día en casa de mis abuelos paternos le mostré mis dibujos a mi abuelo, de inmediato me dijo que le enseñara a dibujar y así fue, saqué mis punturas y le enseñé desde lo más básico hasta los mejores conocimientos que poseía en ese momento.

Tenía que regresar a mi casa, así que dejé de ver a mi abuelo por unas semanas; él mejoró su técnica y hasta mejoró su salud, padeciendo diabetes e hipertensión aseguraba que se sentía como nuevo, y se le notaba.

Realizó una pintura en la cual estábamos los dos sentados al borde de la playa observando el atardecer, con su mezcal tan particular de colores en el cielo, mirando cómo poco a poco se ocultaba el sol, atrás del cuadro se encontraba una carta, que dice: Hijo mío hoy quiero agradecer por ese cambio de vida tan repentino, cuando más pensaba que ya no servía para nada me diste a entender que aún hay cosas en las que puedo ser bueno, y mejor si es a lado de mi nieto, gracias por ponerle color a mi vida una vez más y hacerme parte de ti con esto. Te Amo hijo. Con amor tu abuelo.

 

No solo impactó profundamente en mí, me dio ganas de seguir haciendo aún más lo que me gusta, pintar junto a él, ese momento en el que compartimos ideas, bocetos, pinceles, música, eran y serán los mejores recuerdos que podré tener de mi abuelo.

 

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