Un espejo natural
Dariana Paola Hernández López

Cinco… seis… siete.
Cuento con los dedos de mi mano derecha para ver si logro coincidir con mis vivencias personales. Buscaba momentos que tuvieran lugar en ciertos años de mi vida.
Siete años.
A los siete años era la niña más feliz que pudiera existir en la Ciudad de México, en ese entonces, Distrito Federal. A los siete años admiraba el detalle de cada cosa que me rodeaba a pesar de mi obvia y creciente falta de visión. A los siete años admiraba los ojos de mi madre, creyendo que era lo único que valía la pena observar de cerca y sin tener lentes como obstáculo entre mis ojos y el mundo. A los siete años, fui capaz de ver mi reflejo en los ojos de mi madre, y fue cuando descubrí que el cuerpo humano era lo más maravilloso en el mundo.
Un espejo. Natural, sin vidrio y más importante aún, algo que no podía romperse.
“Estoy en tus ojos, mamá”, repetía una y otra vez cuando estaba frente a mi madre y miraba con detalle sus ojos color marrón, admirando y amando cómo mi imagen se reflejaba en ellos.
El brillo en sus ojos me llevó a querer verme infinidad de veces en ellos, es verdad que no puedo ver lo que ella ve pero sí una pequeña parte de.
Dieciocho años. Once años después.
La historia se repite. Esta vez no hay un “estoy en tus ojos”, esta vez no ocurre con mi madre.
Ocurre con otra persona, una persona que me devolvió valiosos recuerdos de mis años felices. Una persona que poco a poco me va regresando la vida.
Un recuerdo, un corazón feliz y una sonrisa.
Aquellos ojos color marrón que llamaron mi atención hace meses, mismos que ahora he mirado con detalle y consciencia de todo lo que transmitían. Con ese brillo característico que los hace parecer estrellas, con esa capacidad tan valiosa de transmitir cada sentimiento.
“Estoy en sus ojos”, pensé. Me era completamente imposible decirlo en voz alta, pero ahí estuvo esa oración. Aquella oración no abandonó mi cabeza y tuvo la crueldad de flotar frente a mis ojos un buen rato.
Las emociones del momento me impidieron analizar la situación y permitirle a los sentimientos gobernar mi ser, pero es como si hubiese tomado una foto. La imagen de mi silueta en sus ojos no se va y creo que nunca lo hará.
Un espejo, natural y sincero. Capaz de reflejar el mundo como es sin alguna distorsión.
Los ojos son la ventana del alma pero también son un espejo de la naturaleza, del mundo, de la existencia en general.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
1
Escanea el código
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?