Mayo es tu mentira
Lu Nan Xi

Me llamo Tony, antes de leer este diario quiero dar un consejo para todos los que lo van a leer. ¿Cuál es en este mundo la mejor forma  para cambiar a una persona? Mi respuesta es  el “amor ”. Los que aman el dinero pueden cambiar la forma en que hacen los casas para tener una buena vida material. Los que aman a sus familias pueden cambiar su forma de actuar por los demás y por el mundo, pero para mí el amor de entre 16 y 17 años es inolvidable incluso si va mal porque puedes recordarlo toda la vida, porque ese va a ser el secreto más profundo en tu historia. Mi consejo es “ si te gusta alguien a los 16 años, se valiente para confesarlo, no dejes que en el futuro haya arrepentimiento.

Mi historia empezó cuando yo estudiaba en la escuela. A los ojos de mis compañeros soy un ñoño (matadito), traía lentes gruesos y grandes, cabello desordenado, mi ropa era un caos, etcétera. En mi opinión, dios me dio una cabeza de IQ 100 pero olvidó darme inteligencia emocional.

En una tarde como siempre cansado y con sueño,  terminando la última clase regresé caminando a casa, cuando pasaba por un parque, escuché el sonido de una flauta. Caminé con curiosidad, de repente una ráfaga de viento sopló, las flores de las jacarandas cayeron al piso, y la luz del sol pasó a través de ellas. Cuando terminó el viento, abrí mis ojos y vi una fuente, y encontré el origen de la música: hay una hermosa chica, tocando la flauta, tres niños están a su alrededor, escuchando la música de la flauta y bailando. No quiero romper esa escena, voy a caminar sin ruido al partir, pero en ese momento cayó un libro de la mochila de la niña, el viento sopló tan fuerte que este libro llegó a mi lado, mientras lo recojo, la chica ya se ha ido a otro lado. La curiosidad me hace abrir el libro, pero mi cerebro me dijo que eso era inmoral. Finalmente, la curiosidad vence al cerebro y empiezo a leer el libro… ¡Sabía que sería un diario! Su letra es muy bonita pero el contenido me da mucho miedo: es el diario en el que escribe sus sentimientos una niña con leucemia terminal. Quiero poner el diario en el piso fingiendo no haberlo visto, pero justo en ese momento, de repente, ella apareció frente a mí. Estoy muy avergonzado de verla, descubrí que su pie es tan blanco como la nieve. Puede ser algo relacionado con la leucemia el hecho de que ella se vea un poco cansada, pero tiene una dulce sonrisa. Noté que ella y yo llevábamos el mismo uniforme escolar pero yo nunca la había visto en la escuela… Me iré con indiferencia, ya que no vi pero, viéndome ir más y más lejos de repente ella me detuvo, en voz alta me preguntó:

-¿No puedes consolarme, como si todavía hubiera esperanza en el futuro o que todo saldrá bien con mi enfermedad?
– No me gusta decir mentiras –respondí. Luego me fui.

Por la noche sufrí insomnio. Pudo ser por cosas de la escuela, o, seguramente, algo acerca de esa chica desconocida. Al siguiente día la maestra dijo de repente: “Escuchen todos, van a tener una nueva compañera”, pero a mí no me interesaba porque con mi personalidad y forma de hablar definitivamente puede molestar a esta nueva compañera, y juro que con esa compañera no platicaré hasta que me gradúe.

Mientras estaba pensando esto, la nueva compañera entró al salón y de repente los estudiantes en la primera fila hicieron un comentario increíble:
-“¡Qué hermosa!”
Levanté la cabeza con curiosidad, yo también me sorprendí, no porque ella fuera hermosa, sino porque la conocía. Es la chica de ayer frente a la fuente, ella también me vio y se sorprendió. En ese momento, flores de jacarandas entraron disparadas por la ventana.

Como soy el único en la clase que no tiene otra persona que se sienta en mi misma mesa, ella compartió la mesa conmigo. Al iniciar la clase ella no me hacía caso, ni yo a ella. Nuestra profesora de clase es muy estricta, no nos deja usar el teléfono, y a mí me gusta mucho escuchar canciones mientras hago los ejercicios que nos dejan en clase.

Un día, tomé prestado un reproductor MP3 de mi clase de autoaprendizaje, me puse el gorro, puse los audífonos en la ropa y escuché las canciones mientras hacía los
ejercicios. El profesor de la clase escuchó una voz y luego se acercó a mí y tomó el MP3 que tomé prestado. Me quedé muy desconcertado en ese momento: «¿Cómo es tan bueno el oído del maestro?»
Ella me dijo: El volumen estaba muy alto, lo he escuchado.
Estoy más confundido: ¿por qué no me lo dijiste?

El tiempo pasó como un río ansioso y rápido, no puedo mirar atrás. Ella ya lleva en mi escuela 2 meses y aún no somos amigos. En el proceso de llevarnos bien yo me enteré que ella es una persona como yo: siempre con una sonrisa pero sin amistades. Yo pienso que ella tiene miedo de que alguien esté triste después de su muerte. Esta puede ser mi ilusión pero cambió mi forma de verla. Lo que realmente me hizo cambiar de opinión fue un poema que ella escribió en una actividad de clase. La maestra dejó de tarea escribir un poema, yo hice como siempre, nada más escribí un poema muy normal sobre el otoño. Pero el poema que ella escribió no puede ser olvidado hasta ahora.

Flor de la vida
Autor: Katia
Yo soy yo

Es un tipo diferente de fuegos artificiales.

En el cielo

Ni siquiera hoy es mi último día de vida
Igual soy la flor más hermosa de mundo

Me gusto yo.

 

Ella me invitó a ver los fuegos artificiales del espectáculo del verano después de las vacaciones. Quería negarme, pero ella dijo que ésta sería su última vez y acepté.

El día que veríamos los fuegos artificiales, esperé toda la noche pero ella no llegó a ver los fuegos artificiales explotar en el cielo y sus formas de animales, personas, estrellas, corazones, todo muy bonito y romántico. Hay flores de jacarandas flotando en el río… pero ella no está. Me siento como al principio. Tuve que volver a casa, solo con mis pensamientos.

Al día siguiente, la maestra nos dijo que Katia había tenido una recaída de la Leucemia en la tarde y tuvo que ingresar al hospital. Decidí ir a visitarla al hospital después de clases. En el camino pasé por la librería y compré una copia de mi libro favorito para dárselo como regalo mientras se recuperaba. Junté, también, unas flores de jacaranda de las calles para hacer un separador para el libro. Lo primero que me preguntó, cuando nos vimos, fue: ¿Qué hay de tarea? Ahí supe que era
igual de ñoña que yo.

Estuvimos platicando hasta llegar a temas más profundos… Ella rompió a llorar cuando hablamos de su mejoría. Ella no quería seguir viviendo con los tratamientos y medicamentos. Estaba cansada. Ese día se veía triste, pero intentaba sonreír para tranquilizar a sus padres. Estuve con ella toda la tarde. Le conté lo que había leído en su diario aquella vez: había escrito que quería viajar a la playa para conocer el mar antes de que algo malo pasara. Entonces se me ocurrió: la voy a llevar a la playa yo mismo. Ese mismo día lo planeamos todo y para cuando me fui, su sonrisa era genuina. Estaba emocionada por el viaje. Quiero creer que esa emoción le ayudó a recuperarse rápido, porque a los dos días estaba de vuelta en la escuela. Era, también, una manera de mantener a sus padres tranquilos.

Mientras esperábamos a que todo estuviera en su lugar para podernos ir de viaje a la playa, logramos construir una amistad más fuerte. Intercambiamos libros, canciones, ella tocaba la flauta para mí, y yo bailaba y tocaba la guitarra para ella. Descubrimos así que teníamos muchas cosas en común y nos gustaba compartirlas.

El día llegó. Nos íbamos de viaje. La playa más cercana estaba a 6 horas de donde vivíamos, mismo vecindario, pero con unas cuadras de diferencia. Llegaríamos a la terminal de autobuses en bicicleta para luego viajar esas seis horas. Tomamos nuestras mochilas y tiendas de campaña, la ropa necesaria, provisiones y un poco de dinero que habíamos ahorrado. Todo estaba listo. Quedamos de vernos a la mitad del camino, donde ambos podríamos pedalear juntos hasta la terminal.

Y entonces la vi. Venía balanceándose, sonriendo. Estaba feliz de lograr su sueño de visitar la playa. Y yo estaba feliz de poder compartir este momento con ella. En este momento, Katia, por tanta felicidad se concentró sólo en llegar a mí. Esperó a que el semáforo peatonal estuviera en verde y cruzó. Pero el conductor borracho del camión que la golpeó, no se dio cuenta que su semáforo estaba en rojo. Y la vi, tirada en la calle, rodeada de las flores de jacaranda que estaban en el suelo… Y nunca le dije que la amaba.

Fin

Abrir chat
1
Escanea el código
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?