Por María Estrada García

 

La señora Fernanda es una mujer adulta de 70 años que vive en México, más específicamente en la Ciudad de México. Desde que inició la cuarentena preventiva la señora nunca salió de casa, las compras las hacia su nieto con todas las medidas de seguridad.

Doña Fernanda ya estaba aburrida de no hacer nada en su casa, aunque no saliera mucho, a veces se iba a tomar el café y un cigarrito con sus amigas, o iba a visitar a su hermana que vive a tres cuadras de su casa. Ya no sabía qué más hacer en este confinamiento, hasta que un día se armó de valor, se puso cubrebocas y fue directamente a una aventura.

Suena exagerado decir “aventura” pero para ella fue así, salió ese primero de agosto a la tienda. Fue tranquila, se tomó su tiempo para elegir el refresco que se le antojaba, ya que lo agarró procedió a pedirle al tendero unos Marlboro rojos y ya que estaba saliendo se topó con las papas, se detuvo y agarró los primeros chetos que vio.

De camino a su casa se le quedó viendo a la tira que viene afuera de la bolsa de chetos la cual decía que adentro debía venir un tazo de premio, la señora se emocionó sin saber qué era eso.

Llegó a su casa, desinfectó todo y se dispuso a disfrutar su refresco y sus papas, su hija la regañó por obvias razones, pero a Doña Fernanda no le importó, abrió sus chetos y ahí fue cuando lo vio… ¡2 TAZOS EN VEZ DE 1! La señora no cabía de la felicidad, se sorprendió tan fuerte que hasta a su esposo despertó del susto.

Y así fue como Doña Fernanda le dijo adiós a esos días tediosos de cuarentena y disfrutó de jugar tazos con sus nietos.

 

 

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