La habitación

Berenice García Bracamonte

Todo comenzó como un día normal, siendo específica un 3 de abril de 1953, día que nunca olvidaré. Aquella mañana, acompañé a mi padrea a su trabajo. Como lo había hecho en otras ocasiones, entrábamos a un edificio alto, blindado, negro y súper secreto, con las iniciales C.I.A. Qué querrá decir, me preguntaba. Era impresionante cómo una niña de cinco años supiera leer ya que en esos tiempos ni siquiera hablar podían.

Siempre veía cómo mi padre analizaba a personas mayores, una máquina les hacía cosquillas y los hacía gritar. Pero en esta ocasión fue diferente, mi padre me pidió me quedara con los otros niños en la guardería. Esta vez no podía entrar con él. Me dijo que era peligroso.

Al salir vi que la puerta tenía un nuevo letrero, en lugar de “Sala de experimentación”, decía “PROYECTO MK ULTRA” y abajo un letrero rojo “No entrar”. Al llegar a la guardería pensaba ¿por qué no puedo entrar?, me gustaría sentarme en esas sillas y sentir la misma risa que todos los demás. Con la inocencia de una niña de cinco años, salí del salón para dirigirme a la habitación, estaba sola, corriendo fui a sentarme en esa icónica silla, qué raro, pensé, ¿por qué tendrá esas correas?, ¿por qué es tan incómoda?, me quejé. Descubrí un botón rojo y lo presioné, en ese momento sentí un dolor irreal, inimaginable, un rayo azul penetraba mi cerebro como si fuera plastilina. Sentí cómo mi cuerpo ardía, no podía moverme del dolor, luego me desmayé.

Al despertar oía a lo lejos la voz de mi padre y la de otro hombre.

– Doctor Allen, la niña sobrevivió.

– ¡Imposible!

– Revisamos su cerebro, a pesar del dolor y las contusiones está intacto.

– Pero su cerebro es más delicado, ¿cómo pudo soportarlo?

– Aún no lo sabemos, debemos hacerle más pruebas…

– ¡Imposible! No lo permitiré.

– Doctor, si averiguamos qué pasó, probablemente podamos controlar el cerebro humano. No puede detenerlo ahora. Debemos empezar a probar con niños.

– Haga lo que tiene que hacer, pero no pruebe con Xiara.

 

Eso fue hace diez años, creo que he utilizado mis poderes para cosas realmente útiles, telequinesis para traer el control remoto, invisibilidad para asustar a mi madre, lo que me molesta es que siempre que me enojo o grito o lloro, se rompen las cosas, se va la luz o a la gente le duele la cabeza.

Ya hablé de mi padre, ahora hablaré de mi madre. Al contrario de él, tiene un trabajo inofensivo, así lo quiero pensar, en todos los aspectos, es maestra de arte. Lo que más odio en esta vida es que se burlen de ella. El estúpido de Héctor y su pandilla se juntan en las gradas para reírse de ella.

Además de tontos, machistas y morbosos. ¡Cómo los odio! Un día me la pagarán, lo juro.

Todo empeoró cuando a Héctor se le ocurrió asaltar a la maestra saliendo de la escuela. Poniendo en marcha su plan se pusieron pasamontañas, tomaron armas y se encaminaron.

Al llegar a la escena del crimen, Héctor no controló el arma y acabó con la madre de Xiara. En ese preciso momento, Xiara vio en su cerebro a su madre muerta ante el asombro de sus compañeros.

Xiara estaba enojada, fuera de sí, incontrolable. ¡Habían matado a su madre! Esos bastardos la mataron. Buscó dentro de sí a Héctor y a su pandilla, los visualizó afuera de la cantina, sentados en la banqueta, tomando cerveza. Sin pensarlo más se lanzó sobre el líder, pero nada salió de sus manos. Desconcertada y aturdida por los golpes que recibía se fue desvaneciendo, estaba perdiendo sus poderes y también la vida.

Al enterarse su padre, llevó el cuerpo de Xiara a la C.I.A. para su última revisión.

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