Crónica de nuestro tiempo

Ángel Leonardo Vázquez Martínez

 

Hemos escuchado últimamente cosas tales como “El 2020 ha sido un año atípico, estamos frente a un cambio en la historia por el covid 19”, me permito decir que todos nos hemos sorprendido y sentido una extraña emoción respecto a eso, sabemos que están pasando muchas cosas en tantos lugares a la vez que ni siquiera nos damos cuenta de ello, asumimos que algo grande está ocurriendo, pero no lo podemos tocar. Esto quizá nos ocurre porque todos los días llega a nuestra mente “covid 19”, eso es lo de moda en esta época, eso cambió al mundo, sin embargo, nosotros hemos realizado este cambio.

Todos debemos ver dentro de nosotros mismos y darnos cuenta que nosotros somos los que cambiamos, “covid 19” tal vez no ha tenido contacto con nuestro cuerpo, no lo hemos visto ni lo hemos sentido, pero nuestra escuela, las calles, las personas, todo eso lo hemos visto y sentido, pero ya no, podremos sentirnos pequeños pues “solamente me ha pasado a mí, es algo especial”, no obstante, tantas miles de personas les ha pasado eso que ya no se vuelve especial, ahí es donde llega el gran cambio en la vida que tanto se ha dicho. Hoy, yo, Leonardo Vázquez, veré dentro de mí mismo y podrán conocer una historia que tal vez no se percataron que ya era familiar.

Vizcaínas era un lugar familiar para mí, desde quinto de primaria he estado estudiando aquí, recuerdo bien que desde esa época noté la belleza del lugar y la cercanía a mi casa, esos fueron los factores que me convencieron de quedarme en este lugar. Ya al crecer uno se va percatando de la calidad de la educación y del ambiente que se percibe, a la par que se va empezando a preguntar qué rumbo va a tomar su educación para llegar a una encrucijada: ¿quedarse aquí o hacer el COMIPEMS y entrar a una nueva escuela?

En mis pensamientos la opción de irme a otra escuela no la había considerado, estaba convencido de que seguiría en Vizcaínas, sabía que era la opción más viable, sin embargo, en casa no estaba igual de presente esa idea, Vizcaínas era una opción más, entre otras escuelas públicas y privadas, por lo tanto, hacer el examen se volvería algo determinante.

Yo no quería hacerlo, ¿para qué quitarle un lugar que probablemente no voy a usar a una persona que desearía tenerlo?, pues eso no importaba, el examen sería como un diagnóstico, solamente para ver los resultados. Todo esto cambió hasta el principio del 2020, cuando empezaba a llegar a muchas naciones el covid 19. Tras arduas jornadas de plática y compromisos, quedó mi estancia en Vizcaínas condicionada, sólo si hacía el examen.

No siempre se obtienen las cosas como deseamos, sin embargo, a veces solamente queda resignarnos a lo que recibimos, no por conformistas, a veces es lo único que se puede hacer, como tener que hacer ese examen, o tener clases virtuales. Una nueva y extraña experiencia, tener que ver a los compañeros y maestros en una pantalla, dejar de ir a la escuela, ¡ahí está el gran cambio! Yo creo que me acostumbré muy rápido a eso, no sentí gran sorpresa al escuchar esa noticia, tal vez ya lo esperaba, el sentimiento llega después de la noticia, pues aún no vivía el cambio.

Casi todos los días regresaba a mi casa caminando, tan lindas calles se encuentran cerca del Colegio, muchas rutas disponibles para llegar a casa, todos los días había algún lindo detalle que ver, que bonita da la luz del sol, que hermoso detalle se ve en esa fachada, que linda plaza, que linda iglesia, lo mejor de todo era saber que estudiaba, comía y dormía cerca de todos esos lugares, nuestro barrio es parte de nosotros, eso me di cuenta al no poder caminar más en él. Eso fue lo que más me pesó al entrar a la cuarentena, ya no podía ir a esos bellos lugares, no podía disfrutar de esa experiencia tan cotidiana, sin embargo, todo eso tuvo un fruto inesperado.

Esta nostalgia y melancolía me hicieron saber que Vizcaínas era una parte de mí y que yo estaba para quedarme en ese lugar,  ahora con esta incertidumbre ¿será razonable intentar irme a otro lado?, las frenéticas clases virtuales eran lo único que uno podía tener, no deseaba arriesgar esa seguridad por algo que no conozco; entonces uno se da cuenta de lo incierto que es el futuro, de lo extraño e irracional que puede ser el presente, ¿quién se preocupaba en navidad del año 2019 por estar en un hospital conectado a una máquina? ¿Quién iba a suponer que llegaría un virus a encerrarnos por seis meses? Tal vez ni usted ni yo lo pensamos, pero quizá los científicos lo pudieron avistar, seguramente no lo hicieron antes de que apareciera el virus, pero sí al inicio.

Muchas veces se dijo “Quédate en casa, mantén tu distancia, usa cubre bocas, lava tus manos”, una y otra vez, en la televisión y el internet, las patrullas en la calle, quizá todos se enteraron, pero no todos siguieron esas reglas. Al inicio de la cuarentena, cuando fue muy estricta, se veía gente sin protección, era poca, pero ahí estaba. Que feo al regresar a la “nueva normalidad”, de un día al otro, comercios abiertos, ruido de carros y gritos, gente caminando y corriendo, volvían a correr sangre por las venas de la ciudad, uno pensaría: “Bueno con tanto reportaje que ha salido en las noticias todos los días a todas horas, estas personas han de saber qué hacer”. ¡Pero no fue así!, había gente abrazada, amigos en bola, gente hablando con total tranquilidad, sin cubre bocas, nada de protección, ¿qué fue lo que falló?

Ahí me sentí agradecido por la capacidad para pensar y juzgar, por tener una escuela donde aprender y poder entender las cosas, para saber que esto es algo serio y no una conspiración, no un engaño, tal como un producto que apareció infamemente en la mente de mis familiares, el dióxido de cloro.

– ¿Cura el VIH-SIDA, el cáncer, la diabetes?

– ¡Sí lo hace!, también el coronavirus, los científicos que dicen que es tóxico están fallando, no quieren distribuir la cura…

Que feo era escuchar cosas similares a esas, en internet y la tele, gente que lucraba de esta situación a costa de la salud de otras personas, tantas charlatanerías sobrando, los científicos quedando como unos malvados, que decían cosas arbitrarias sin ninguna prueba, que ellos, tal como un salvador, tenían la evidencia de unos cuantos pacientes, prueba irrefutable de su efectividad.

Afortunadamente, no pasó a mayores el considerar ese producto, yo sentía una responsabilidad respecto a eso, no podía permitir que mis padres pudieran creer esas cosas, aparte de carecer de fundamentos, representaban un peligro para la salud, era una responsabilidad práctica y moral.

Nunca pensé tanto en las pseudociencias ni en charlatanes tanto como en esta época, nunca había visto qué tan nocivo podían llegar a ser, destruyendo todo a su paso, dejando como inútiles y mentirosos a los médicos, a los científicos, ya no pensemos en el valor económico o político que representaría una vacuna, acá los humanos debemos de dejar de odiarnos y quitarnos nuestras etiquetas, blancos y negros, hombres y mujeres, ricos y pobres, la vacuna debe ser para todos, si se llega a una segura y efectiva, lo mejor será utilizarla. Como siempre, llegarán historias extrañas y con las peores intenciones que se puedan tener: “buscan implantar un chip para controlarte a distancia, cual bocina o televisión”, “buscan acabar con la población inyectándote químicos que te dejarán infértil”, ¿eso representa una buena intención? ¿Acaso ellos no buscan dinero? ¿No se van a beneficiar de tener a la gente alterada? ¿Acaso las “teorías” de conspiración no representan un mercado muy grande?

Qué cansado es pensar y toparse con necedad, vacaciones para pensar y sentirse abrumado por esta gente, hasta que llegó la noticia esperada: No harás el examen, ya está tu reinscripción. ¡Qué felicidad, que alegría!, fue lo mejor que pudo haber pasado, sin duda alguna.

Contrastando con el desamparo mental y emocional que representaban los charlatanes, una sensación de poder me llegó al volver a clases, tantos profesores con grandes conocimientos en su materia, que buscan impartirlos a sus alumnos y que nosotros hagamos uso de ellos, ¡Qué sensación tan positiva, que empodera y calma a cualquiera!, que fuerte y poderosa, esos charlatanes y desinformadores se vuelven pedazos gracias a las enseñanzas actuales y futuras, que dan fuerza y un sentido a cada quien, una misión honorable.

Ahora, ya puede entender usted cómo ha cambiado mi vida, ya sabe porqué el 2020 ha sido un año singular, ahora, le invito a reflexionar y viajar en su mente y su corazón para entender cómo se ha transformado su existencia.

 

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