Muerte y olvido

Ángel Gabriel Flores Espinosa

Me encontraba leyendo cuando de pronto apareció mi amigo Peter y empezó a leer conmigo.

Es la primera vez que leo este libro, le dijo a su padre, quien no mostró gesto alguno y siguió arreglando el televisor que no servía. El padre de Peter detestaba los libros y leer, a su vez, la madre de Peter también detestaba leer porque su marido detestaba leer, ciertamente me sentí ofendido y más aún que la historia que estaba Peter por leer era mi favorita, y la única que conozco realmente, la he leído centenares de veces desde que tengo memoria.

Por algún motivo Peter no mostró asombro por el valiente héroe y la audaz heroína y sin motivo aparente me acompañó al ático, me mostró un anaquel lleno de libros sabios que, aunque polvorientos, yo no podía dejar de mostrar asombro por ellos. De pronto Peter cerró la puerta corrediza mientras me encontraba en el anaquel dejando escapar la poca y casi nula luz que se asomaba cuando alguien pasaba por el corredor y la voz de quién pedía deshacerse de todo lo que estaba adentro conmigo.

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